Roma, 6 de diciembre – La Embajada de Nicaragua acogió, a partir de las 17:30 horas, la sentida celebración de “La Purísima” (La Inmaculada Concepción de María), un acontecimiento que trasciende el valor estrictamente religioso para afirmarse como pilar esencial de la identidad y la cultura nicaragüense.
El encuentro contó con la participación de numerosos amigos, miembros de la diáspora y personalidades diplomáticas, entre ellas Su Excelencia María Elena Uzzo, Embajadora de la República Bolivariana de Venezuela en Italia, un gesto significativo de solidaridad regional.
- Aquí puedes encontrar el artículo original: Nicaragua: Fede, cultura e solidarietà
La Embajadora de Nicaragua, Su Excelencia Mónica Robelo Raffone, abrió la ceremonia con un discurso que subrayó la profunda conexión entre esta tradición y la unidad nacional.
Discurso íntegro de S.E. Mónica Robelo Raffone
“Buenas tardes a todas y a todos. Es un placer reencontrarnos entre amigas y amigos que han podido venir para renovar, como cada año, una tradición profundamente sentida en nuestro país.
Hoy nos reunimos con un sentimiento que nos une en la solidaridad, la amistad, la fraternidad y la fe, siempre con pleno respeto de las diversas creencias religiosas Para los nicaragüenses, donde quiera que se encuentren en el mundo, La Purísima representa un momento de profunda devoción.
La Purísima: Fiesta identitaria y comunitaria
Más allá de su valor religioso, es una fiesta identitaria y comunitaria, una ocasión en la cual el pueblo se reúne, canta e instala altares por todo el país, renovando ese sentimiento de pertenencia que se transmite de generación en generación.
Es una de las tradiciones más vivas de Nicaragua, un entramado único de devoción popular y cultura colectiva. Los altares, los cantos y el intercambio de obsequios evocan nuestra raíz mariana y, al mismo tiempo, la profunda necesidad de encontrarnos, de custodiar la memoria y de celebrar la solidaridad, la creatividad y la generosidad de nuestro pueblo.
Celebrar esta festividad hoy, algunos lejos de casa y de sus afectos, nos invita a reflexionar sobre cuán preciosos son los vínculos, la amistad y la solidaridad, como valores que trascienden fronteras y distancias.
La Purísima es también una oportunidad para renovar los sentimientos que guían a nuestro pueblo: el respeto, la justicia, la dignidad humana y la comunión
La fuerza del vínculo
Su presencia hoy no es solamente un gesto de afecto: es una cercanía que hemos logrado construir con el tiempo. Cada vez que nos encontramos, este vínculo se fortalece; se convierte en memoria, se convierte en proyecto.
Hoy celebramos a la Virgen María, pero celebramos también este lazo que crece, perdura, se reconoce y se sostiene. Por ello, deseo agradecerles de corazón.
El altar: símbolo de nuestra visión del mundo
Como cada año, hemos erigido un altar que no es solo un elemento decorativo, sino un símbolo de nuestra cultura y de cómo, este año, hemos querido interpretar simbólicamente nuestra visión del mundo:
• La luna representa los ciclos de la vida, la maternidad y el misterio femenino. Evoca la fuerza creadora que sostiene a nuestros pueblos en los momentos de desafío y renacimiento.
• El sol, en diálogo con la luna, simboliza la vida, la energía y la luz que guía como un faro e ilumina el camino de nuestros países.
• Las estrellas representan la comunidad de fieles, las familias y la humanidad entera, que reconocen en la Virgen María un a guía
En el centro del altar, la Virgen María, elevada sobre un pedestal y rodeada de luces y velas, evoca de manera sencilla pero poderosa, la dignidad y la resiliencia de nuestro pueblo.
En su luz se reflejan nuestras raíces, nuestra historia y la capacidad tan nicaragüense de enfrentar las dificultades A los pies del altar hemos colocado flores y frutos de Nicaragua, símbolos de nuestra tierra generosa y de nuestra identidad”.
La proclamación final
La Embajadora concluyó invitando a los presentes a la proclamación tradicional, que encierra el espíritu de alegría y unión de la fiesta:
— “¿Quién causa tanta alegría?”
— “¡La Concepción de María!”
El evento culminó en un ambiente de celebración y convivencia, con brindis y refrigerio, reafirmando la importancia de las tradiciones como puente cultural y herramienta de cohesión para la comunidad nicaragüense en el mundo.
La Purísima y La Gritería: Un grito de fe que une a Nicaragua y su diáspora
La Embajada de Nicaragua en Italia se hace portadora de una de las tradiciones marianas más queridas y jubilosas de Centroamérica: la celebración de la Purísima e Inmaculada Concepción de María.
Este evento, que recrea el ambiente festivo nicaragüense en tierra extranjera, constituye un puente entre culturas y un profundo acto de devoción cuyas raíces se hunden en la época colonial.
La figura de la Virgen María, venerada en Nicaragua con el afectuoso nombre de “La Purísima”, es un pilar de la fe católica del país. Sin embargo, su fiesta no es solo una solemnidad religiosa, sino una explosión de cultura y fervor popular conocida como “La Gritería”.
Historia: De la “Virgen del Trono” al grito de fe
La historia de esta devoción en Nicaragua es antigua y fascinante, y se entrelaza con la vicisitud de la Virgen del Trono, custodiada en la Basílica de El Viejo.
La leyenda narra que esta imagen de la Inmaculada Concepción fue traída a Nicaragua en 1562 por Don Pedro de Ahumada, hermano de Santa Teresa de Ávila, quien viajaba rumbo al Perú. Tras numerosos intentos fallidos de zarpar debido al mar agitado, el hombre interpretó estos obstáculos como un signo divino y dejó la estatua en el poblado de El Viejo, donde se convirtió en objeto de veneración ininterrumpida.
Sin embargo, la costumbre popular que hace única a esta celebración, La Gritería, tiene una fecha de nacimiento más precisa: el 7 de diciembre de 1857, en la ciudad de León.
Se dice que fue Monseñor Giordano Carranza, desde el atrio de la Iglesia de San Felipe, quien animó a los fieles a visitar casa por casa, erigiendo altares y gritando en honor a la Virgen. Desde entonces, cada víspera de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre), la fiesta inicia con el grito que resuena en cada calle y plaza:
«¿Quién causa tanta alegría?»
«¡La Concepción de María!»
La Gritería: Una fiesta de comunidad
El “grito” marca el inicio de una procesión alegre y bulliciosa en la que miles de fieles, en grupos o en familia, visitan los altares de la Virgen cuidadosamente decorados en cada casa o callejón.
Frente a estos altares, adornados con flores, luces y colores, se entonan himnos devocionales como Tu gloria, tu gloria y Ave, Divino Giglio.
El rasgo distintivo de La Gritería es la generosidad: la familia que instala el altar distribuye la “gorra” o “el brindis”, es decir, obsequios que suelen consistir en dulces tradicionales, frutas, caramelos o pequeños objetos artesanales ofrecidos a los visitantes que han honrado a la Virgen con sus cantos.
Con el paso de los siglos, esta celebración ha moldeado la identidad nicaragüense. La Purísima no es únicamente la patrona religiosa del país; es un símbolo de esperanza y resiliencia para el pueblo, que la ha elegido como madre protectora.
El evento en la Embajada de Nicaragua en Italia no es solo una evocación simbólica: es el testimonio vivo de cómo esta fe jubilosa puede superar las distancias geográficas, manteniendo firme el lazo entre la diáspora y la patria.
La Inmaculada Concepción es la patrona de Nicaragua, prueba de cuán profunda es esta devoción en el corazón del pueblo.













