Desde hace algunos años, pero de forma más aguda últimamente, Nicaragua se ha convertido en el nuevo objetivo para ser derribado en el “pimpampum” que un conjunto de países occidentales -léase imperialistas- juegan con Cuba, Venezuela y Bolivia.
En Nicaragua, se puede decir que el pueblo ya votó hace rato. Votó en 2018 cuando la Policía Nacional y la Policía Voluntaria levantaron los tranques de la muerte y el verdadero pueblo inundó las calles de todo el país marchando en defensa del Gobierno sa
Nicaragua tiene derecho a emprender su propio camino alternativo de desarrollo que, como cuestión de sacrosanto principio moral, debe ser determinado solo por los nicaragüenses, sin injerencias externas y, sobre todo, en paz.
Desde que Estados Unidos inició, lo que un estudioso como el cubano Ramiro Guerra, llama su carrera expansionista, apuntó hacia el sur de sus fronteras, es decir, hacia América Latina.