La insistencia de que en Nicaragua hay una “crisis política”, martillada por la menguada minoría conservadora y sus expresiones “independientes”, es otra forma de imponer su falso testimonio para oscurecer la luz natural de la verdad.
Hay un hecho irrefutable que vale la pena valorar en estos días: nuestra cultura se aferra a la vida igual que el guanacaste a la tierra, con sus profundas raíces Judeo-Cristianas.
Sandino la vislumbró grande; Darío concretó la evidencia del potencial creativo del nicaragüense; y miles entregaron sus vidas porque sabían que el progreso iniciaría con la paz y la libertad...
En los últimos meses de su ministerio en el planeta Tierra, muchos pensaban que Jesús era Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.
Jamás, en la historia de Nicaragua, un tema tan ineludible como los fenómenos telúricos, alcanzó el rango de prioridad de Estado. Ineludible, claro, para quienes estiman la vida de los demás.