Personajes tan siniestros como Cruz, Chamorro o Maradiaga que no ocultan ni disimulan su condición de agentes del imperialismo. Son las “ocas del cenagal”
En mayo confluyen días en que corazón y razón se juntan, para convertir en necesidad el deseo de mirar atrás y reencontrarnos con un pasado sin el cual nada somos ni seremos.
Los actos agresivos externos e internos confabulados durante la década del ochenta y en los últimos años contra Nicaragua y la Revolución Sandinista, las confirmadas violaciones al derecho internacional.
El germen de la traición deambula en la historia y la fragilidad humana pero solo se desarrolla y manifiesta en aquellos que alimentan la deslealtad y la ambición, en quienes carecen de principios fundamentales como el patriotismo y la dignidad.
En estos tiempos de pandemia y explosiva desinformación virtual, aturdidos por la incertidumbre, sofocados por el encierro global, angustiados por el restringido contacto humano, frente al riesgo relativo y el irracional miedo inducido.
Ha pasado a la eternidad Paul Oquist Kelley, el “Gringo Bueno”, como lo llamaba el Comandante Supremo de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez Frías. Paul, ciertamente, había nacido en el año 1943, en Oak Park, Illinois, Estados Unidos.